domingo, 21 de agosto de 2011

Aprende a mirar donde ya miraste y trata de ver lo que aún no viste.

Allí estaba yo. En ese lugar que, por algún motivo aparente, siempre rondaba mi cabeza a cualquier hora del día. Y me encontraba bien. Qué digo bien, me encontraba genial. Podía tocar el cielo con la punta de los dedos, cosa que hasta ese momento, no había tenido la suerte de conocer. Tenía la sensación de que por fin podía traspasar esa frontera que me había separado de la felicidad durante tanto tiempo. Una frontera que se alimentaba de decepciones, desilusiones, tristeza y problemas, y que poco a poco iba creciendo sin límite. Pero había llegado la hora de cruzarla y reencontrarme con la felicidad y el optimismo. “Reencontrarme”. Suena repetitivo. Deseaba volver a ver algo que sólo había visto en mis sueños, pero esta vez, que fuera real. Se acabó esperar, ya estoy aquí. Por fin he decidido que puedo cumplir mis sueños. Y me siento bien, extremadamente bien.

No hay comentarios: