viernes, 31 de julio de 2009

tristeza.

Cuando estoy con el ánimo cambiante, siento algo así como una tristeza en grado uno. Es suave, una mezcla de melancolía y añoranza, que a veces te sienta hasta bien, pero a veces se te quita la dulzura de un sopapo. La tristeza en grado uno te tiene todo el día a la deriva.. a ratos estás bien, a ratos mal. No se puede hacer nada para luchar contra eso.

Grado dos de la tristeza: ya no hay disimulo, la tristeza está a la vista de todos pero queda un resto de ánimo para pedir ayuda. En esta fase, a la tristeza se le puede dar esquinazo, los hay que salen de copas y les funciona de maravilla, los hay que trabajan hasta las tantas y así no tienen tiempo de pensar en nada.. y los hay que intentan esquivar la tristeza, para no tener que sentirla, lo que no deja de ser una bonita pero gran grullada. Aunque la mejor terapia para un mal día es quedarse dormido y cruzar los dedos para que mañana no suba un grado la tristeza.

Grado tres de la tristeza: la cosa se pone fea.. amargura, impulso autodestructivo y rendición. En el grado tres ya no hay consuelo, solo vale el refugio de la soledad, nos sentimos tan mal que no queremos torturar con nuestra compañía a ningún amigo. El único consuelo es saber que todo lo malo es siempre pasajero, en el momento menos pensado te espera una palabra que te puede cambiar la vida.

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